Algunas noches, una mujer
anciana y una mujer joven se envuelven de sensaciones, de preceptos culturales
y de tradición.
La moral es el ojo que
todo lo ve y todo lo sabe. La noche la
mejor testigo y entonces es preferible no dormir.
Será finalmente la
incertidumbre de un designio relatado de generación en generación; la que
desate una tempestad de sugestivas contradicciones internas, porque no pueden
escaparle a su piel ni a su herencia tradicional. Y porque ambas saben que “por
las noches suceden cosas…”