Para mi tener un árbol es tener un aliado. Te arrimas a él y te cubres del viento. Te arrimas a él y te cubres del sol. Te arrimas a él y evitas caer.
Tener un árbol es tener un ecosistema entero en tu patio. Escuchas a los pájaros que se posan entre las ramas y cantan. Ves a las abejas (ya pocas) que revolotean entre las hojas. Algún gusano (si tu árbol es enteramente orgánico) picoteará el fruto del árbol y chorreará su jugo por entre la corteza del mismo árbol.
Un árbol es enteramente un compañero silencioso, secreto y sereno.
En la nueva casa tenemos un patio más grande y en él un limonero. Hacía tanto que no disfrutaba de un árbol en casa! tanto! que había perdido la consciencia del verdadero valor de disfrutarlo cotidianamente. En la mañana el sol va asomándose por sobre el limonero y ya al atardecer vemos como las hojitas van pareciendo tomar tinte más oscuro como el de la noche.
No está del todo sano, pero estoy empecinada en darle tanto amor hasta que se vuelva sano, muy sano y fuerte como ha debido ser alguna vez.
Este limonero creo que ha sido una gran alegría en este nuevo cambio en nuestras vidas, aunque sea un árbol alquilado.