Me gusta prestar
atención a los pequeños detalles; los que arriesgan pasar desapercibidos y
olvidados.
En una casa por ejemplo, me gusta fijar mi
atención en los rincones y ver más allá del polvo acumulado o una telaraña
rota.
Para mi cada rincón es un contenedor de
símbolos. Y por eso me gusta cuidar de ellos con preciado cariño.
Hay rincones que hablan de la rudeza, del frío,
la soledad o la felicidad también. Cuentan sobre quienes los habitan y quienes
no.
Un rincón y sus
detalles es una breve historia, a veces compleja, a veces no tanto.
No quería dejar que se pase diciembre sin comunicarme con ustedes.
Muchas gracias, siempre, por la compañía).